Última entrevista a Paulo Freire. Traducida y subtitulada al español. Parte 1/2
Última entrevista a Paulo Freire. Traducida y subtitulada al español. Parte 2/2
domingo, 14 de julio de 2013
jueves, 16 de mayo de 2013
La aventura de aprender a pensar
Los autores examinan las difíciles posibilidades de
promover, mediante el sistema educativo, “la actitud más avanzada en el orden
del pensar: la crítica”. Destacan aspectos como “estimular la autonomía antes
que el éxito”, “promover la cooperación en detrimento de la competitividad” y
“descentralizar la posesión del conocimiento”.
Claudio
Jonas y Carlos R. Martínez *
La noción de enseñar a pensar corresponde a
consideraciones pedagógicas de última generación, ligadas a la expectativa de
transferir a las nuevas generaciones destrezas intelectuales que agilicen la
realización eficaz de resultados prácticos. Enseñar a pensar críticamente es el
desafío más alto. El pensamiento crítico es la actitud más avanzada en el orden
del pensar: es lo que puede permitir a cada persona entender y, por ende,
decidir, la forma más adecuada de accionar, o de abstenerse de accionar, en
cada momento y en todos los aspectos de su vida.
Ya el lactante que escupe aquello que le desagrada o
mantiene su llanto a pesar de lo que le ofrecen expresa una necesidad
desconocida y por lo tanto insatisfecha. También sucede esto con los chicos y
adolescentes que, aun sin saber por qué, se oponen a las consignas del adulto;
y en el descubrimiento científico, en el plan alternativo, en todas las
acciones innovadoras que expresen una gestión personal, grupal o comunitaria.
También una emoción discordante, un pensamiento no expresado por timidez o una
manifestación que parece indescifrable pueden ser incipientes expresiones de una
reflexión crítica. También el error, por flagrante que sea, puede albergar un
razonamiento más elaborado complejo o incluso más inteligente que el que se
requería para no cometerlo (por eso es necesario investigar la inteligencia de
cada error. Aprender de los errores no supone dejarlos pasar, como llegó a
malentenderse). La propuesta de aprender a pensar críticamente debiera integrar
la falsa antinomia “contenidos vs. enseñar a pensar” convirtiendo esta tensión
en una instancia superadora.
Durante siglos, la educación tradicional hizo
malabarismos por cabalgar sobre dos ejes: el conceptual, programático o
curricular, y el asistemático, tradicional, costumbrista o normativo. El
primero es el contenido, el segundo, el continente dentro del cual deberían desplegarse
los objetivos educacionales. La relación entre ambos ejes debiera ser de
complementariedad, pero suele ser de oposición. La importancia que se otorga a
cada uno varía: hay quienes ponen el acento en el rendimiento y usan como vara
el puntaje alcanzado, mientras que otros jerarquizan los hábitos y pautas
ético-morales adquiridos, y tratan de deducirlos en base al “comportamiento” .
Cualquiera a quien se interrogue al respecto tratará
de encolumnarse en alguna de las corrientes pedagógicas –más progresistas o más
conservadoras– pero al mismo tiempo, como mandato implícito o explícito, espera
del docente una fuerte participación como formador normativo. Y pocos docentes
eludirán este mandato.
En otras palabras, un niño, un joven, un adolescente
es enviado a la escuela para que el docente le imponga o le transmita –a pocos
les importa el cómo– conocimientos que lo capaciten para su mejor inserción
laboral pero, además y con mayor carga afectiva, se espera que las
instituciones educativas logren que el alumno reúna todas o, por lo menos,
algunas de las siguientes condiciones: que preste atención a las consignas, las
acepte y ponga en práctica sin críticas y si es posible con agrado; que lo haga
en el menor tiempo posible y correctamente; que cumpla con los horarios, no
falte más de lo imprescindible y no eluda obligaciones; que sea cortés y
obediente, limpio, ordenado y prolijo; que hable sobre lo que se le pide en el
lenguaje apropiado; que mueva y exhiba su cuerpo de manera decorosa; que
atienda a sus necesidades fisiológicas en tiempos reglamentarios; que la
vestimenta sea “correcta” y/o uniforme; que las manifestaciones sexuales,
agresivas y los sentimientos de tristeza, miedo, asco, vergüenza, celos,
envidias, amor, etc., no interfieran con la tarea; que el tiempo libre se
aproveche con el menor despliegue corporal posible; que conserve útiles y
muebles escolares; que respete y jure defender los símbolos patrios (aun antes
de que su estructura cognitiva le permita entender conceptos totalmente abstractos);
que honre a sus próceres, padres y maestros; y, por sobre todo, que no mastique
chicle en clase (comentario irónico escuchado de alumnos en diferentes
escuelas).
Sin embargo, cualquier observador desprejuiciado
admitirá que la escuela reúne tantos logros como fracasos: los primeros son
fruto de desproporcionados y casi inhumanos esfuerzos de los docentes,
desvalorizados por los alumnos; los segundos se han naturalizado resignadamente
como parte del quehacer educativo.
Prueba
sorpresa
En talleres que los autores hemos realizado en
distintos puntos del país, tanto con docentes como con alumnos, pudimos
advertir: un creciente malestar docente que se manifiesta como falta de
expectativas vocacionales, descreimiento en la importancia de la capacitación,
desvalorización de la tarea educativa, trastornos psicopatológicos; bajos
rendimientos del alumnado; escaso o nulo reconocimiento por los alumnos de que
ellos son los destinatarios y principales beneficiarios de la tarea docente;
reclamos, por parte de los alumnos, de participar en las formas y contenidos de
lo que reciben; deserción creciente de alumnos y docentes; falta de espacios
para la reflexión y capacitación docente que recojan inquietudes reales de cada
escuela; reproches mutuos entre las escuelas, las familias y las instancias
directivas; desplazamiento del eje enseñanza-aprendizaje al de
sanción-transgresión como único recurso supuesto contra la creciente violencia.
Para que el pensamiento crítico se vaya convirtiendo
en un instrumento multifuncional en cada instancia escolar, la institución
debería poner en duda los propios puntos de vista, valores, ideas y prejuicios
es condición de cualquier proceso de aprendizaje. Si los docentes no pueden
albergar en ellos la diversidad, no hay muchas posibilidades de que puedan
contener la diversidad que emerge del aula y de la comunidad.
En esta dirección, es menester estimular la
participación democrática en la gestión institucional y en la dinámica del
proceso de enseñanza-aprendizaje. Es ingenuo suponer que tanto los docentes
como los alumnos creerán en las ventajas de la democracia, en la vigencia de
sus derechos fundamentales y en las infinitas posibilidades de la inteligencia,
mientras su vida cotidiana se desarrolla en un contexto en el cual “se bajan
instructivos”, se califica o descalifica a discreción, se sanciona sin derecho
a la defensa y se toman decisiones o se impiden acciones según el lugar
jerárquico que se detente.
En el aula, ha de lograrse autoridad y respeto: lo
contrario del temor y la subordinación. No debería suponerse que, si uno no
impone su voluntad, está condenado a aceptar la de otros. Y no es acertado
entender que el respeto es un gesto de alineación u obediencia: es un
sentimiento y está más próximo a la admiración que al sometimiento. Se lo puede
estimular, pero no se lo puede imponer.
Es importante descentralizar la posesión del
conocimiento. La obtención y asimilación de los conocimientos son resultado de
una experiencia que se multiplica en el intercambio grupal y se enriquece desde
distintas fuentes, formales o informales. El docente debería ser participante y
beneficiario de una dinámica que, cuanto menos, dependa de su exclusiva
participación y presencia, más cerca estará de su objetivo. Que un chico
imagine que los adultos lo saben todo es esperable. Que los adultos vivencien
complacidos esta admiración infantil es comprensible. Pero el vínculo que así
se genera merece ser aprovechado para estimular la posibilidad del pensamiento
crítico de las nuevas generaciones. Estimular la crítica a la autoridad es el
mejor y más corto camino para ganarse el respeto. También conviene articular
los contenidos a los intereses y necesidades concretas y actuales de los
destinatarios, ya que el interés del receptor decae o desaparece cuando
advierte que está recibiendo herramientas supuestamente útiles pero cuyo
beneficio será lejano o fortuito. Y es pertinente redimensionar la importancia
exagerada que se otorgó a la memoria reproductiva: si bien toda actividad
intelectual se apoya en los conocimientos adquiridos, que son materia prima
para comprender lo nuevo y desconocido, esta condición necesaria no es
suficiente. Aquello que se incorpora sin metabolización personal tiende a
quedar como un acervo erudito sin más utilidad que su exhibición.
Estimular la autonomía antes que el éxito; promover
la cooperación en detrimento de la competitividad; respetar y estimular las
diferencias; rescatar sin juicios maniqueos “bueno-malo” la existencia de
diferentes tiempos, habilidades, intereses, momentos, características físicas,
culturales, sexuales, familiares; estas actitudes favorecen el aprendizaje y su
ejercicio se convierte en un aprendizaje en sí mismo.
La escuela tradicional se asienta en una premisa
generalmente no explicitada: pulsiones y afectos –amorosos, agresivos, de
poder, de saber, apatía, rebeldías, miedos y tristezas– deben quedar excluidos.
Casi nadie negará su existencia, pero su hábitat natural debe ser –se dice–
extraescolar: Hace falta recordar que la vida es mucho más que la
lectoescritura, las funciones matemáticas y la capacitación laboral. A partir
de restituir la importancia de esta parte de la vida será más fácil pensar –y
alentar–, con instrumentos provistos por la educación, distintas y mejores
formas de vivir.
Y es necesario reconocer la ineficacia y las
desventajas del castigo como instrumento pedagógico familiar y escolar. Aunque
los castigos y las penitencias se han ido atenuando, todavía se apela a ellos
como recurso didáctico. La mala nota, la tarea como castigo, la firma o la
amonestación, la “prueba sorpresa”, echar al alumno del aula, dejar a los alumnos
sin recreo, la repetición del curso, la burla, el reproche, incluso
notificaciones a los padres, siguen demostrando que en la intimidad persiste la
creencia en el castigo como recurso más adecuado.
En esta línea, el derecho a la educación y la obligatoriedad
de la enseñanza debe plantearse en su justo punto. La obligatoriedad de la
enseñanza es un imperativo para el Estado y un instrumento para que los padres
no interfieran en el derecho de los hijos a la educación. Pero, entendiendo
erróneamente la obligatoriedad, suele buscarse el motor del aprendizaje en la
coacción que padres y docentes ejerzan sobre el alumno. Suponer que se puede
enseñar a pesar o en contra del interesado descoloca el verdadero sentido de la
enseñanza-aprendizaje.
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* Extractado del trabajo “La aventura de aprender a pensar”, que obtuvo el segundo premio en
el concurso ABA 2007 “Una escuela que enseña a pensar”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/
viernes, 4 de enero de 2013
La EDUCACIÓN en FINLANDIA la MEJOR del MUNDO ¿ PORQUÉ? Aquí las CLAVES de su ÉXITO
El país nórdico lidera el informe PISA con una enseñanza gratuita que pone en Primaria a los profesores más preparados
M.ARRIZABALAGA ARRIZABALAGA11 / MADRID
Día 09/10/2012 - 11.31h
LEHTIKUVA (FINLAND.FI)
Un estudiante con un libro de lengua y literatura finlandesa que lleva el nombre del escritor Aleksis Kivi
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Los niños finlandeses de hoy estarán el día de mañana entre los profesionales más preparados del mundo. No lo predice ninguna bola de cristal, lo auguran datos objetivos.
Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia ha acaparado losprimeros puestos del podio en Europa por su excelente nivel educativo.
Apenas un 8% de los alumnos finlandeses no terminan sus estudios obligatorios, frente a un 30% de españoles que no acaban el Bachillerato.
Dispuesto a dar con la clave del éxito finlandés, el psicólogo escolar y entonces director del colegio Claret de Barcelona, Javier Melgarejo, comenzó a estudiar su sistema educativo hace más de una década. Su primera sorpresa fue constatar que a los 4 y 5 años menos de la mitad de los niños finlandeses acuden a guarderías y no empiezan el colegio hasta los 7 años.
Dos años después, sus puntuaciones son mejores que el resto de los países estudiados por la OCDE.
Durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y su seguridad. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la competencia entre alumnos ni las comparaciones.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidadincluye las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar aunque si alguien lo pierde está obligado a pagárselo. La jornada escolar suele comenzar sobre las 8,30-9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el paréntesis del almuerzo a las 12-12,30 horas. En total, suman 608 horas lectivas en primaria, frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que no son excesivos. ¿Cómo consiguen mejores resultados en menos tiempo?
«El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, ludotecas, cines...)», explica Melgarejo. Los tres engranajes están ligados y funcionan de forma coordinada. «Los padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela» y complementan el esfuerzo que se hace en el colegio.
«En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana», añade el psicólogo escolar catalán, para quien este estímulo de la lectura en casa resulta fundamental. El sistema social finlandés contribuye con numerosas ayudas oficiales a las familias, que pueden conciliar su trabajo y la atención a sus hijos.
Existe una herencia cultural luterana basada en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo, a la que también acompaña una climatología que empuja a encerrarse en casa, pero estos factores también están presentes en otros países vecinos, como Suecia o Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin embargo figuran varios puestos por debajo en PISA. «No son las variables socioeconómicas las determinantes», subraya Melgarejo.
De maestros, los mejores
La diferencia radica en la elevada calificación académica del profesorado en Finlandia, principalmente en educación primaria. «Los finlandeses consideran que el tesoro de la nación son sus niños y los ponen en manos de los mejores profesionales del país», destaca el exdirector del colegio Claret de Barcelona.
Los mejores docentes se sitúan en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden los fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Se considera que hacia los 7 años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructurarán toda la vida. Por eso, se considera esencial seleccionar a quien ayudará en este proceso.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en sus promedios de bachillerato y de reválida y se requiere además una gran dosis de sensibilidad social (se valora su participación en actividades sociales, voluntariado...).
Cada universidad escoge después a sus aspirantes a profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas. «Son las pruebas más duras de todo el país», asegura Melgarejo. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y periodos de prácticas.
No es de extrañar que los profesores estén muy bien considerados socialmente en Finlandia. «Es un honor nacional ser maestro de Primaria», aseguró el pasado 25 de septiembre en Madrid Jari Lavonen, director del Departamento de Formación al Profesorado de la Universidad de Helsinki.
Harri Skog, secretario de Estado de Educación de Finlandia desde 2006, resumía en una frase la importancia de este proceso: «La educación es la llave para el desarrollo de un país». Por eso el país nórdico dedica del 11 al 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar este modelo de educación. «Es una política inteligente que les está dando fruto», considera Melgarejo, sin las presiones de Corea o Japón, otros países destacados en PISA.
ABC.ES
Finlandia: líder en educación
Autoras/es: Elena Ordax (*)
Finlandia es un país que considera la educación como uno de sus pilares básicos y así lo ha demostrado obteniendo los mejores resultados académicos del mundo y sin prácticamente fracaso escolar.
¿Cual puede ser el secreto de este éxito? Como señala Heljä Misukk, Secretaria de Estado del Ministerio de Educación de Finlandia esto solo puede ser explicado por la sinergia de distintos factores y no tendría mucho sentido intentar imitar algunas de las características de su sistema educativo por separado. En este artículo intentaremos explicar algunas de las claves de su excelente modelo educativo.
(Fecha original del artículo: Noviembre 2011)
¿Qué hace diferente a Finlandia? Finlandia posee unas características culturales y demográficas particulares e irrepetibles. Se trata de un país pequeño (con unos 5 millones de habitantes), con bajos índice de delincuencia, baja inmigración y altos niveles de satisfacción general.
El modelo educativo finlandés continúa vigente independientemente de quien gobierne. Se trata de una enseñanza democrática (accesible a todos por igual) y gratuita en todos sus aspectos (colegios, transporte, libros, material, comedor,…) Prácticamente no existen colegios privados y los centros no compiten entre sí para ver cual es mejor, sino que todos son colegios donde se imparte una buena educación.
La educación obligatoria comienza a los 7 años de edad. Los niños tienen menos horas lectivas que la media europea y prácticamente no tienen que hacer deberes en casa ( por lo que está claro que no es una cuestión de cantidad sino de calidad).
Algo fundamental es que los maestros allí están muy bien considerados y es una de las profesiones más demandadas por los jóvenes. Además sólo consiguen acceder a esta profesión los mejores de cada promoción de estudiantes y el respeto de la población hacia los docentes es patente.
En la carrera de magisterio gran parte de su aprendizaje se dedica a los métodos pedagógicos y tienen que realizar un mínimo de 6 meses de prácticas reales supervisadas para adquirir su título.
Los centros escolares y los propios maestros disponen de mucha libertad a la hora de diseñar sus propios programas educativos y adquirir sus materiales.
La escuela es participativa para padres y alumnos y se basa en el respeto mutuo. Los niños eligen a sus representantes, que se reunen de forma periódica con padres y profesores para exponer sus problemas. Se facilita el diálogo y la libre expresión. Además son los niños los que eligen su itinerario escolar con ayuda, si lo necesitan, de orientadores. Al final de cada año todos los niños se reunen con sus padres y profesores para evaluar sus progresos.
El ambiente de la escuela, tanto físico como emocional, se cuida mucho, intentando que sea familiar e informal.
Los profesores son más tolerantes con las pequeñas faltas y se confía en los alumnos. Se promueve que los niños se encuentren en un ambiente relajado, por poner algunos ejemplos, a los niños no se les evalúa con cifras hasta que cumplen los 13 años (aunque si que se les informa de sus progresos) y las clases duran 45 minutos y después de cada una los alumnos tienen un descanso de 15 minutos en los que salen al patio.
Se fomenta la autonomía de los niños y su pensamiento crítico.
En Finlandia es más importante que losalumnos aprendan a pensar, trabajar en equipo o investigar que que adquieran determinados contenidos.
Para ello el profesor con las sugerencias de los alumnos puede utilizar distintas metodologías desde realizar proyectos reales de creación de empresas hasta emplear obras de teatro, películas o libros en sus aprendizajes. Sus aprendizajes son muy prácticos, e incluso los niños tienen clases de cocina o de bricolaje.
El ritmo de aprendizaje se adapta a cada niño, siendo el objetivo que ningún niño se quede atrás. Si un niño tiene dificultades se le proporciona un profesor de apoyo en el aula.
En Finlandia se le da importancia al uso de las nuevas tecnologías, por lo que los profesores están al día de su uso y las utilizan en sus aulas de forma habitual. Los niños utilizan distintos dispositivos electrónicos en sus clases que son interactivas y donde se buscan las respuestas a los problemas entre todos y aprenden jugando.
Conclusiones
Para concluir y teniendo en cuenta que por ejemplo,en Finlancia el fracaso escolar ronda el 1% cuando en España está cerca del 30%, parece un buen modelo educativo al que imitar,¿no os parece?
No se trata tanto de aumentar el soporte material y de nuevas tecnologías (que también es necesario), como de un cambio en la manera de enseñar. Se trata de que los niños aprendan a pensar, investigar, innovar y relacionarse más que adquirir contenidos concretos, y hacer todo eso de forma práctica y lúdica.
Otro aspecto fundamental está en el respeto que allí tienen a los profesores, su excelente preparación y cómo los docentes incluyen en sus planificaciones pedagógicas a padres y alumnos. El niño cuenta, se le escucha, se le informa directamente y participa en el diseño de su propia enseñanza ¿no parece lo lógico?
¿Qué opináis de este modelo de enseñanza? ¿Habría que realizar cambios en la enseñanza en España? ¿Cuáles serían?
(*) Psicóloga y diplomada en logopedia.
jueves, 3 de enero de 2013
La Educación Prohibida Película Completa HD
Sinopsis
La escuela ha cumplido ya más de 200 años de existencia y es aun considerada la principal forma de acceso a la educación. Hoy en día, la escuela y la educación son conceptos ampliamente discutidos en foros académicos, políticas públicas, instituciones educativas, medios de comunicación y espacios de la sociedad civil.Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Decimos que no acompañan las necesidades del Siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo.
A partir de estas reflexiones críticas han surgido, a lo largo de los años, propuestas y prácticas que pensaron y piensan la educación de una forma diferente. “La Educación Prohibida” es una película documental que propone recuperar muchas de ellas, explorar sus ideas y visibilizar aquellas experiencias que se han atrevido a cambiar las estructuras del modelo educativo de la escuela tradicional.
Más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no convencionales; más de 25.000 seguidores en las redes sociales antes de su estreno y un total de 704 coproductores que participaron en su financiación colectiva, convirtieron a “La Educación Prohibida” en un fenómeno único. Un proyecto totalmente independiente de una magnitud inédita, que da cuenta de la necesidad latente del crecimiento y surgimiento de nuevas formas de educación.
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